lunes, 5 de abril de 2010

En el principio

En el principio Dios creó el cielo y la tierra, y todas las cosas visibles e invisibles. Siempre me ha atraído la primera frase del Génesis y de la Biblia. Es difícil encontrar una buena manera de empezar un libro y recuerdo que un profesor de instituto comentaba que las primeras frases son las que pueden hacer que te atraiga o que lo rechaces de pleno. En el caso de la Biblia, creo que la frase inicial es insuperable. Por otro lado, no hay nada más lógico, dada la forma de pensar de nuestros cerebros, que la causa-efecto. Nos nos es posible entender, a priori, que exista algo si no ha sido creado o construido con elementos existentes previamente. Y si recorremos la larga cadena de búsqueda de los orígenes, nos encontramos con la paradoja de que debe existir una causa primigénea no creada. Para la mayoría de las religiones, esta causa es Dios, en sus diferentes acepciones, capaz de crear materia de la nada. Aún así, y éste es uno de los principales defectos de esta solución a la búsqueda de los orígenes, está el propio concepto de Dios. Con lo cual, hay que buscarle una solución a dicho problema de manera sencilla: Dios está fuera del tiempo, espacio y materia; es eterno, ubícuo y todopoderoso. El único defecto de esta solución es que no se puede probar ya que es un dogma de Fe.

Dado que la religión ha encontrado solución al problema del origen, la pelota ahora está en campo de la ciencia. Y la ciencia no es capaz de resolver dicho problema. Y al no ser capaz de resolverlo decide utilizar la misma solución que la religión, pero con otro nombre: Big Bang. Es un nombre bonito para un Dios, pero por mucho que se vista de ciencia, creer en él sigue siendo cuestión de Fe.

Así pues, ¿en qué debemos creer, si es que debemos creer en algo? Bien, pensar que yo voy a poder dar respuesta a la búsqueda de millones de personas a lo largo de la Historia de la Humanidad sería poco humilde por mi parte. Por otro lado, creo que tengo algunos pensamientos que debo compartir con la esperanza de que se puedan enriquecer con comentarios de otros que, como yo, están a la búsqueda del origen. Volviendo a hacer la pregunta, ¿en qué debemos creer? Pues en nada. Creer por creer no nos va a dar ninguna solución. Pero si usamos la explicación más simple como probablemente la correcta (a Mr. Ockham gracias por su aportación) creo que la existencia de un Universo eterno, no creado, autocontenido, soluciona gran parte de los problemas provocados por el Big Bang o por Dios.

Un Universo no creado y autocontenido no depende del tiempo, ni de la causa-efecto. El Universo siempre fue y será según esta hipótesis, a la vez que contiene toda la masa-energía existente. Hay dos cosas que nos pueden provocar vértigo, ante esta hipótesis:
  1. La edad del Universo
  2. Los límites del Universo
Y aquí es donde debemos dejar de pensar como humanos, ya que de otro modo no podremos siquiera llegar a atisbar la posibilidad de tal tipo de Universo. No debemos pensar en el tiempo ya que el tiempo no existe, es una invención de nuestro cerebro. El Universo, pues, no tiene edad ya que la edad es algo que sólo tiene sentido en nuestros limitados cerebros. Y, más difícil todavía, debemos entender que el concepto de límite es un concepto también reservado a nuestro cerebro. El Universo no tiene límites y por otro lado no es infinito. El concepto de infinito es una invención humana. El Universo se autocontiene, no tiene bordes, no existe nada fuera del Universo ni tiene sentido preguntarse ni entender qué hay fuera del Universo ya que no existe un "fuera".

Llegados aquí, y si aceptamos esta realidad como punto de partida, estamos preparados para avanzar hacia nuevos niveles de conocimiento. Espero poder continuar con este blog y, rompiendo el mito del "de dónde venimos" poder tantear el "quiénes somos" y vislumbrar el "a dónde vamos".